La serpiente es venerada en todo el mundo. Una y otra vez se presenta como una deidad poderosa y como símbolo sagrado. Desde Babilonia hasta Grecia, India, China, Europa y todas las Américas, el símbolo eterno de la serpiente ha cruzado todos los caminos del mito, la cultura y la historia de la humanidad. Se le asocia con lo positivo y lo negativo, con lo femenino y lo masculino, con la dualidad y la unidad, con el diablo y con Dios. También representa el renacimiento y la transformación.

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La sabiduría de los dioses era el conocimiento de la serpiente; su forma sinuosa era como las olas ondulantes del mar, que contienen todos los secretos y el misterio de la vida. Melampo, cuyas orejas fueron lamidas por serpientes, fue el primer mortal al que se le otorgó el don de la profecía y la capacidad de comprender el lenguaje de los pájaros e insectos. Garga, el padre de la astronomía india, debía su sabiduría a una serpiente. Para los hindúes, la serpiente o naga es un espíritu de la naturaleza: guardián de manantiales, pozos y ríos. Las serpientes traen la lluvia y con ella la fertilidad, pero también pueden provocar inundaciones o sequías. Creen que la manera en la que tratamos a los nagas refleja cómo tratamos a la naturaleza misma. Las serpientes también son portadoras del elixir de la vida y la inmortalidad.

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El dios Quetzalcóatl, maestro de la vida, patrón de las artes y serpiente-ave, enseñó a los pueblos prehispánicos la agricultura y la metalurgia, y les entregó el maíz y la liberación de las enfermedades. Asociado con los vientos del cambio, la dualidad y la unidad, las culturas ancestrales erigieron templos en su honor para venerarlo.

Plutarco llegó a la conclusión de que la serpiente era una deidad en sí misma porque “se alimenta de su propio cuerpo; así como todas las cosas surgen de Dios, todas regresan a Él”. El ouroboros, el símbolo de la serpiente que se muerde la cola, fue adoptado por los gnósticos, no solo por representar una divinidad, sino también el círculo o la rueda de la vida, la regeneración y la eternidad. La capacidad de la serpiente para mudar de piel era, para los sabios antiguos, la prueba de la resurrección: con su piel vieja dejaba atrás también la vejez.

Cuando el dios egipcio Ra emergió de las aguas primordiales del Nun, la serpiente fue la primera en proclamarlo dios.
En la forma de la gran serpiente Ophion, envolvía los miembros divinos de la Gran Diosa griega y fecundaba la tierra.

Como símbolo del mal, la serpiente de Midgard se enroscaba alrededor del mundo en las mitologías nórdicas.
Una serpiente se enroscaba también en el Árbol de la Vida en el Jardín del Edén y fue la que susurró por primera vez palabras de tentación a Eva. La mujer cedió, y así como Hécate y Artemisa portaban serpientes en sus manos, o la grotesca Medusa cuyas cabelleras eran serpientes vivas, la sombra del pecado comenzó a amenazar el espíritu.
La serpiente o el Diablo acechan en la oscuridad para desafiar al bien; simbolizan la seducción y el mal latente en el mundo. Pero la serpiente también se enrosca en el caduceo de Mercurio y el bastón de Esculapio, dios de la medicina y la sanación. Así como el bien se equilibra con el mal, la salud con la enfermedad, también la serpiente de bronce de Moisés sanaba las heridas causadas por otras serpientes.

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La serpiente enroscada o triunfante debía ser conquistada. Así, en un libro del siglo XVI atribuido a Abraham le Juif, aparece una serpiente clavada a una cruz. Se interpreta como la conquista del espíritu sobre la tentación femenina, y también como un símbolo no descifrado de la unión de los principios masculino y femenino en la alquimia.
En la Ilíada, un águila aparece llevando en sus garras a una serpiente herida como señal divina para los griegos.
La serpiente crucificada simboliza también el triunfo del patriarcado ario sobre las tradiciones femeninas y matriarcales de Asia. Sin embargo, un águila devorando una serpiente fue, para los aztecas, la señal de que habían encontrado el mítico lugar de Aztlán, donde fundarían su imperio.

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Esta criatura tiene la capacidad de mudar su piel. Este acto representa, simbólicamente, el desprendimiento de viejas formas de pensar que ya no nos sirven. Para muchas culturas, el poder de la serpiente es una representación de la energía vital. Esta energía permanece enrollada en la base de nuestra columna, en el sacro, hasta que está lista para despertar. El movimiento de la kundalini representa la unión del principio masculino y femenino a través del corazón.

Los mayas creían que en el año 2012 la Tierra ascendería en conciencia espiritual. Y como los seres humanos somos parte de la Tierra, también podríamos elevarnos. Los chakras de la Tierra se reflejan en los siete chakras de nuestro cuerpo. El ascenso de esta energía vital fue predicho como resultado del aumento en nuestra comprensión y nivel de conciencia. Este despertar interno provoca el ascenso de la kundalini a través de los siete centros energéticos del cuerpo.